Si algo hemos aprendido a lo largo de los milenios, es que el espíritu humano tiene una búsqueda innata y perpetua de logros. Nos levantamos de los nudillos para caminar sobre dos pies. Descubrimos cómo hacer fuego y cómo la rueda podía aliviar nuestras cargas. Con el tiempo, construiríamos máquinas increíbles que dejarían obsoleto al caballo y surcaríamos los cielos como los pájaros.

Para todos esos saltos hacia adelante no parecía haber ninguna duda de por qué queríamos hacer esas cosas. En cuanto a esculpir un pequeño aeropuerto en la ladera de los Alpes franceses, en un lugar imposible de operar con maquinaria aérea, sólo podemos rascarnos la cabeza y decir "¡porque podemos!" Y así nació el 'altiport' de Courchevel en el accidentado paisaje de esquí de los ricos y famosos.