Incluso a mediados de la década de 1930, el Ministerio del Aire seguía pensando de forma conservadora cuando buscaba un nuevo caza: el desarrollo de diseños ya probados estaba a la orden del día. El Gladiator fue el último biplano al que se le encargó esta función, o cualquier otra, y permaneció en primera línea de combate hasta 1941.
Los pilotos de la RAF y de varias fuerzas aéreas extranjeras, que a menudo volaban en circunstancias desesperadas contra todo pronóstico, lograron el éxito que consiguieron, lo cual no sólo demuestra su valentía, sino también las cualidades inherentes del Gladiator.
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