Incluso los aeropuertos que históricamente no se han visto afectados por las fuertes nevadas se están replanteando sus procesos invernales. Tom Batchelor examina algunas de las medidas que adoptan las instalaciones europeas para permanecer operativas todo el año
La llegada del invierno trae consigo una serie de retos únicos para los operadores de aeropuertos en las zonas del mundo donde pueden producirse inclemencias meteorológicas. Las condiciones invernales severas pueden causar estragos en las operaciones de vuelo y, en algunos casos, provocar el cierre total de los principales centros. En 2010, por ejemplo, Londres/Heathrow se vio obligado a cerrar durante cuatro días después de que las fuertes nevadas paralizaran los vuelos.
En los principales aeropuertos europeos, donde la capacidad de las franjas horarias es limitada, es primordial evitar las interrupciones generalizadas causadas por la nieve, las heladas y las condiciones de congelación, por lo que la planificación para el invierno es una operación de todo el año. Además de la operatividad de los aeropuertos, estos preparativos cumplen una función de seguridad vital, ya que el tiempo invernal presenta peligros como la reducción de la capacidad de frenado y el aumento del riesgo de derrape.