Hace cincuenta años, el domingo 18 de junio de 1972, poco después de las 16:00 horas, el BEA Trident G-ARPI (c/n 2109) comenzó su carrera de despegue desde la pista 27R de Heathrow para el corto salto a Bruselas. Apenas dos minutos y medio después, un niño vio cómo el Trident descendía a 4.500 pies/min y se estrellaba casi inmediatamente. El niño pidió ayuda y los servicios de emergencia llegaron rápidamente, pero los 118 que iban a bordo ya habían muerto. La tarea de determinar la causa de la tragedia recayó en la Subdivisión de Investigación de Accidentes (entonces parte del Departamento de Comercio e Industria) en Farnborough. El interés por el incidente fue tal que se abrió una investigación pública, dirigida por el juez Geoffrey Lane.
En pocas horas se obtuvo una lectura preliminar de los registradores de datos de vuelo (FDR). Sin embargo, tratar de establecer quién hizo qué en la cabina de vuelo ese día sigue siendo un misterio y seguirá siendo una incógnita para siempre. Esto se debe en gran parte al hecho de que, aunque los aviones británicos tenían FDR en ese momento, no estaban equipados habitualmente con grabadores de voz de cabina (CVR).
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