La aeronave operó entre los 38.000 y 45.000 pies de altura, situando su telescopio a bordo por encima del 99% de la atmósfera que bloquea los infrarrojos de la Tierra, lo que proporcionó a los astrónomos la oportunidad de estudiar el universo de una forma que no es posible en tierra.
La movilidad del observatorio proporcionó una flexibilidad adicional que permitió realizar observaciones desde casi cualquier lugar del planeta y estudiar acontecimientos transitorios que se veían mejor sobre los océanos, donde no hay telescopios.
Naseem Rangwala, científico del proyecto de la misión en el Centro de Investigación Ames de la administración en California, dijo: "Desde la profundización de nuestra comprensión del agua en la Luna hasta la revelación de las fuerzas invisibles de los campos magnéticos a escala cósmica, nada de esto podría haber ocurrido sin los cientos de personas que contribuyeron con su experiencia a la misión SOFIA".
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