Cuando llegó la pandemia, muchos asuntos que antes eran mundanos se convirtieron en surrealistas. Quizá no más que en el sector de la aviación, donde casi de la noche a la mañana se paralizaron innumerables operaciones. Como siempre, hay excepciones notables, y una de ellas se dio en Noruega, donde la aerolínea regional Widerøe fue - durante un tiempo - aclamada como la "pequeña aerolínea más ocupada de Europa".
No es exagerado decir que Widerøe ha sido una institución en Noruega desde su fundación en 1934. Esta valiente aerolínea se enorgullece de proporcionar una conectividad vital, especialmente a las comunidades remotas del norte del país.
En marzo de 2020, los efectos de la pandemia llegaron a las costas noruegas. El número de pasajeros se redujo en un 80% -incluso en Widerøe-, pero la aerolínea siguió volando. Un factor clave es la exposición de la compañía a las rutas subvencionadas de la Obligación de Servicio Público (OSP), que mantienen la conectividad aérea esencial para muchas comunidades rurales de esta vasta nación. En términos reales, el resultado fue que Widerøe funcionó a un 70 u 80% de su capacidad normal, incluso durante el pico de cierres de COVID-19. Esta cifra se atribuye en gran medida al hecho de que la gran mayoría de los vuelos se realizan en tramos nacionales, por lo que las operaciones se vieron mínimamente afectadas por los cierres fronterizos, una medida estrictamente aplicada en Noruega.
El 13 de abri