En 1968, la flota de la British Overseas Airways Corporation (BOAC) estaba compuesta por Boeing 707 y el Vickers VC10 de fabricación británica. Aunque eran aviones muy capaces, el cambio estaba en marcha. La incipiente era de los viajes masivos exigía un tipo de avión diferente y, tras años de estudio y preparación detallados, BOAC decidió que su futuro estaba en el Boeing 747.
La aerolínea hizo un pedido inicial de diez aviones, con opción a cuatro más. Al igual que muchas otras compañías aéreas relacionadas con el proyecto del 747, se instaló en la planta de Boeing en Everett, en el estado de Washington, y utilizó su propio personal técnico para supervisar la construcción del nuevo equipo.
Esta integración fue vital para el proceso de planificación y diseño, ya que el tamaño del 747 exigía un replanteamiento de cuestiones como la disposición de los asientos y las cocinas, las rutinas del servicio de comidas y la dotación de la tripulación, que había aumentado a 16 en comparación con los ocho o nueve de los VC10 y los 707.