Junto con las piezas de repuesto relacionadas -incluidos radares y motores adicionales- y un simulador, los cazas de segunda mano fueron adquiridos a Francia por 12,5 millones de dólares por el gobierno anterior de Argentina, dirigido por el ex presidente Mauricio Macri, y los cinco jets llegaron al país por barco en mayo de 2019. Sin embargo, desde la llegada de los Super Étendards, la Armada Argentina no ha tenido éxito en reactivarlos para su uso operativo, dejando las aeronaves en tierra hasta que recientemente se tomó la decisión de abandonar el plan de reactivación en su totalidad y sumándose a la lucha de Argentina por mantener sus aviones de combate activos y relevantes.

El motivo de la inmovilización de los antiguos Super Étendards franceses en Argentina está relacionado con la necesidad de nuevos dispositivos pirotécnicos para los asientos eyectables de los cazas, fabricados por la empresa británica Martin Baker. Tras la conclusión de la Guerra de las Malvinas en 1982, el Reino Unido impuso sanciones a Argentina que le impiden adquirir armas y equipos militares de fabricación británica. Aunque Argentina intentó mitigar este problema desarrollando un sistema alternativo, este proyecto se canceló finalmente por falta de fondos disponibles.
Argentina es actualmente el único operador que queda del Super Étendard, a pesar de que ninguno de sus aviones se encuentra en condiciones de volar. La Armada Argentina ha operado este tipo de aviones desde 1979, y el caza de ataque adquirió notoriedad al hundir buques de la Royal Navy -incluido el destructor de misiles guiados Tipo 42, HMS Sheffield (D80)- con el misil antibuque Exocet, desarrollado por Francia, durante la Guerra de las Malvinas. Si bien aún no está claro cuántos Super Étendards permanecen en el inventario de la Armada argentina en la actualidad, los informes indican que nueve ejemplos podrían volver al uso operativo, además de los cinco ex IVM franceses que se entregaron en 2019.