Durante años, Boeing ha mantenido un perfil bajo, con altos ejecutivos que solo muy rara vez hablaban con los medios de comunicación, especialmente después de que la crisis del 737 MAX pusiera a la mayor compañía aeroespacial del mundo a la defensiva después de que la negación inicial de cualquier irregularidad se volviera en contra y le costara el puesto al ex CEO Dennis Muilenburg en octubre de 2019. Pero antes del Salón Aeronáutico de París en junio, las cosas cambiaron significativamente.
Mientras que la cúpula de Airbus se ha mantenido sorprendentemente callada en lo que va de año, Boeing abrazó de repente el contacto directo con los periodistas, descuidado durante mucho tiempo. Aparentemente ansioso, el gigante estadounidense quiere ahora contar su historia de un nuevo comienzo y cómo mantiene a raya la alarmante multitud de problemas, contratiempos y retos a los que se enfrenta constantemente. Y su nuevo líder, Dave Calhoun, adopta un tono considerablemente más humilde que su predecesor. "Acepto la idea de que todavía haya gente que cuestione la confianza en nuestra empresa", declaró en una rueda de prensa a la que asistió Airliner World en Charleston (Carolina del Sur) justo antes del Salón Aeronáutico de París.
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