Desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los británicos tenían claro que el suministro de materias primas, en particular de mineral de hierro de alta calidad procedente de Escandinavia, sería esencial para que Alemania mantuviera su producción de armamento y mantuviera sus ejércitos en campaña. Pero no fue hasta finales de 1942 cuando la Royal Air Force desarrolló una campaña eficaz contra los convoyes fuertemente defendidos que transportaban estos cargamentos vitales desde Suecia y Noruega hasta el puerto holandés de Rotterdam. Los alemanes planeaban transportarlos desde allí en barcazas para alimentar las fábricas de armamento del valle del Ruhr.
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