El uso de cazas de última generación para el apoyo aéreo cercano a la contrainsurgencia es caro: se necesitan alternativas rentables. Samuel Beal examina las capacidades desarrolladas y el papel de plataformas más económicas en el espacio de batalla del futuro.

Mientras los talibanes derribaban una provincia tras otra en Afganistán este verano, las fotografías del aeropuerto internacional de Mazar-i-Sharif difundidas en las redes sociales encapsulaban la naturaleza trágica y surrealista de los acontecimientos. En una de las instantáneas más compartidas, combatientes talibanes equipados con rifles de asalto estadounidenses posaban orgullosos con un A-29 Super Tucano abandonado de la Fuerza Aérea Afgana (AAF). Pocas imágenes captaron tan bien la derrota de la misión de contrainsurgencia de 20 años de Estados Unidos, y sus audaces planes de equipar a las fuerzas afganas con plataformas militares musculosas pero "utilizables".