Con sus programas 737 MAX y 777X capeando el temporal en medio de una pandemia mundial, Boeing recurrió al 787 Dreamliner en busca de estabilidad. Sin embargo, como explica Richard Schuurman, el 787 también se encuentra en terreno inestable

La entrega de un Boeing 787-9, N29985 (c/n 66144), a United Airlines el 26 de marzo supuso un gran alivio para el fabricante con sede en Chicago. La compañía fue la primera aerolínea en recibir un Dreamliner desde que Etihad Airways aceptó su noveno 787-10, A6-BMI (c/n 60768), el 14 de octubre de 2020, cuando el fabricante detuvo todas las entregas futuras. El Dreamliner había demostrado ser una fuente de ingresos constante y fiable durante la paralización del 737 MAX y, con más de 1.000 Dreamliners colocados en aerolíneas de todo el mundo, todos los problemas iniciales deberían haberse solucionado. Entonces, ¿qué ha fallado? La respuesta, en pocas palabras, son los problemas de calidad.